Resumen:
La pandemia de la Covid-19 ha ocasionado la caída de las economías y el incremento del desempleo, la pobreza y la desigualdad. Esto ha influido para retomar el concepto de renta básica, que busca trascender desde una visión asistencialista del Estado hacia una sociedad equitativa que garantice el bienestar de su población. El objetivo de este trabajo es realizar una evaluación ex ante de los efectos en pobreza y desigualdad de la adopción de la renta básica en Ecuador. Para ello, se recurre a un ejercicio de microsimulación con base en la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo —Enemdu (Instituto Nacional de Estadística y Censos [INEC], 2019)—. Los resultados señalan que, mediante la asignación de una renta mensual igual al valor de la línea de pobreza por ingresos para adultos y de 30% para menores de edad, la pobreza monetaria pasaría de 25 a 6%; el estrato medio ascendería a la mitad de la población, y el coeficiente de Gini se reduciría de 0.473 a 0.391. Esto supone un costo de 12.5% del producto interno bruto (PIB), con una necesidad de financiamiento mediante recursos adicionales de 51%. Se distinguen tres aspectos primordiales para pensar en la implementación de una política pública de este tipo: la voluntad política de las autoridades, un acuerdo nacional y una estrategia de financiamiento sostenible.
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